Que llueva y llueva
y sea un otoño cadencioso y chorreante
que arrastre el vocerío de la calle
acompañe el regreso introspectivo
y calme a la camada amenazante.
Cualquier cosa menos que llegue el frío:
que aguante el hambre contra el tiempo
que vuela
que desfallezca ante los muertos de la
historia nacional entera
que me quede sin voz
que el colchón duela
pero que no se me gaste el narcótico
calor de Genoveses
que mis huesos acopiaron con tanta
ansiedad
para aguantar Madrid en estos meses.
28/9/12
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