domingo, 20 de marzo de 2011

La ciudad es una selva. Recuerdo de Iquitos.


Reza la expo: “Situada a orillas del Amazonas, Iquitos representa en el imaginario peruano una suerte de oasis cultural, cargada con un encanto y exotismo incomparables, donde se habla cantando y se anda bailando al ritmo de las aguas del río; donde la felicidad se pasea en canoas, motos y mototaxis; y donde la sensualidad está presente en cada detalle. Una ciudad fosforescente, donde lo real parece estar pintado en las paredes de los bares, discotecas y restaurantes, y donde el sueño y la alucinación pasean libremente por las calles.”
Difiero radicalmente de la historia escrita desde el centro. Mucho se habla, afortunadamente, sobre todo desde el último decenio, de la historia desde la periferia, donde tunear el modelo hasta darle otro color.
Bajo esta perspectiva se nos presenta en la Casa de América, hasta el 22 de mayo, esta exposición sobre una ciudad donde, sin duda, la propia naturaleza, indomable en su instinto, condiciona hasta el último rasgo de la vida de sus habitantes, e incluso sus propios genes.
En geografía política estudiamos cómo adaptarnos a las condiciones naturales de nuestro biotopo: las zonas industriales de las tierras templadas del Hemisferio Norte localizadas a sotavento de las áreas metropolitanas y no sé cuántas precauciones más… pero cuando la naturaleza es apabullante y voluptuosa, el carácter de sus gentes se somatiza en consecuencia, y no hay cánones que valgan.
(Ya oí hace años de la experiencia impresionante de conducir por la Transamazónica, cuando tramos enteros de calzada desaparecen bajo lodo y raíces…)

La ciudad es una selva. Recuerdo de Iquitos.
Fotografía contemporánea, hasta el 22 de mayo.

Casa de América
Paseo de Recoletos, 2
Madrid.  

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