Esta costumbre de reunirse adultos alrededor de una mesa a chismorrear
sobre un montón de adolescentes, nombre por nombre hasta que la lista acaba. Como
cuentos de viejas, inalterables en el tiempo y la escena.
No me gusta trabajar en grupo ni me importan demasiado otras
versiones, por lo general. Tampoco soy infalible en mis criterios, pero hoy se
ha confirmado que vuelve a ser mi hora de cambiar. Me sale al paso un camino en
medio de este decorado circular. Me hará llorar de incompetencia muchas veces y
sin embargo sólo quiero tomarlo.
Foto de Carlos Irijalba
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