entorné la ventana y encontró la libertad
tan infinito era el mundo por delante
tan efímero
sin más tristeza
sin prolongar las fuerzas
ni el agotamiento
ni la vida mucho más allá
tan ligera y vacía
tan idiota.
¡Cómo la envidié entonces!
Zefiro torna y ventílame la sangre
triste y amarga
adormecida
preocupada en vano
dame el impulso para el último esfuerzo
y después de mañana vuelva al campo
sin ver a nadie
ignorante y a salvo.
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