-¿Cómo te llamas?
-Pío. Para cuatro días que vive uno…
Vuelvan en calma los días, sin pausarse, como desde agosto solía sobrellevar. No se permita que dos segundos de deslumbramiento alteren el reposo y la conformidad, desordenen mi vanitas cuidada y lo desajusten todo.
No tengo prisa por morirme, aún tengo algunas cosas por lograr.
Materiales, preguntaban sus amigas en la sobremesa de mujeres.
Materiales, asertaba ella. No temáis.
Hay que acabar de pagar este salón de confesiones, y construir después un auténtico refugio, con verja inmensa y piel de acero corten que repela todo lo que me es insoportable: burocracias, comunismo, fealdad…
Después de eso, y mientras tanto algunos entretenimientos redundantes, espero que mi cuerpo siga sin pedirme mucho más, y decida extinguirse sin tragedias.
Estudio Nieto Sobejano. Museo de la Historia de Lugo.
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