jueves, 15 de noviembre de 2012

La obra escultórica, la arcilla y la pintura.

 
Por fin le he visto:
después de tantas veces rastreando sus huellas dactilares en el fermento de sus cuadros en ebullición
brotantes
burbujeantes
respirando
como una explosión.
(Me acerqué tanto al filtro de su cigarrillo aquel día, pegado en el emplaste, que casi tuve que toser...)

 
Me dejó estupefacta cuando le oí hablar en un video del Reina la primera vez, y, sin embargo, todo lo que contaba era tan necesario como sobrevivir.
Echo de menos el tiempo de la espátula, la brocha y el pincel.
Estoy cansada, en sólo estos diez años, de la era digital
de las barreras asépticas de plasma
y de que no se haya vuelto a magrear.
Reivindico el trabajo que te mancha
el esfuerzo que libera
el olor a sudor
la materia pegada entre las uñas
restos en el pelo
dedos desgastados por el tacto
embadurnarse en color.

 
Las bacterias
la vida
el tomatismo
la ira
la cerámica
el polvo
los excrementos
la comida abundante a fuego lento
la tierra arada
el mar
el sol.
¡Me vuelve loca, como siempre pero con más ganas que nunca, Miquel Barceló!


(Está grabada, supongo, aunque no será lo mismo)

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