Por eso ahora que mi adorado Antonio Luque deja a menudo constancia con tantísima fe del cariño que puso en "Menos samba", aquí lo tengo por fin, como oro en paño, mi alimento en adelante como "El fuego amigo" y "El mundo según" fueron a su vez. Para tan conservadora y poco abierta a novedades esto es una auténtica excepción.
Con Jordi Savall le acojo, en mi estante de obras imperecederas, vive Dios. No en vano sigo fiel a reticencias con lo que no haya superado el filtro de llevar cien años muerto, en cuestiones artísticas en general.
En todo caso últimamente siempre maquinando excusas para dejarme llevar.
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