sábado, 1 de diciembre de 2012

The draughtsman´s contract

Ese carácter del siglo XVIII que por costumbre comenta las guarradas en los círculos de intimidad
que se empolva la cara para que los surcos malintencionados puedan percibirse más
que no descansa
que siempre está intrigando
que enrevesa
fornica
y ríe compulsivamente
y no deja de picotear.
Ese tiempo dichoso del final de los días conocidos
donde el aburrimiento es el arte más excelso
y se canta en falsete
y no se cesa un instante de jugar.
(No reconozco los días que me tocan
y con gusto los cambiara por trescientos años atrás).

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