Con qué pretensión vienes que sólo tras mi esfuerzo te
vislumbro, mi apático voyeur. Pero en mis días, que dejo desgastarse mientras
tanto, no siempre ocurren cosas que contarte. Y entonces vuelvo a perder tu
frágil rastro. En mitad de este trecho que se ha convertido en un desierto
estéril otra vez.
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