domingo, 19 de mayo de 2013

De cómo me hice un simpa

Bien es sabido que el pago a los artistas viene con los aplausos. Pues no me apeteció. Desde hace un tiempo ya no me esfuerzo en cumplir con protocolos. Bastante con el precio de la entrada. No me siento en deuda, ni aun habiendo salido de la sala antes que terminaran de gesticular.
No me gustó el acento, no sonaba como en Purcell, y la soprano no cantaba con limpieza, ni con energía, ni con convicción.
Sí los armarios, pues soy conservadora, y me embelesa el olor a naftalina, el tiempo detenido y la rememoración.
Calixto Bieito me pareció muy simple, demagogo, uniforme, tan poco original en su afán de transgresión.
Pepita profanaba cínicamente en escena lo más sagrado que tengo en la vida, y por eso la odié: “Alabó usted mi ánimo decoroso, mi amor a la viudez, pero yo no los despreciaba por decoro, sino por orgullo”.
Tan rápido empezaron los arrastres, los golpes, las manos estrepitosas, los quejidos, los tambaleos, la deformidad, que yo no me concentraba. Sobreactuados y fatuos. De nuevo los armarios como la única y sólida credibilidad.
El director de moda como un barman: tres docenas de figurantes en pijama, o con trajes de presos, o de obreros, que para la imagen represiva lo mismo nos da… Unos tubos fluorescentes, símbolos políticos, videoarte, algo de ropa interior, chorros de sangre, alcohol, guiño a la infancia y agítese en un ritmo desquiciado. Dejaré de lado la manía de la carne regalada, especialmente de obesos en edad provecta. Recursos barrocos para dar arcadas, no hay que insistir más.
En el Real nunca se trasluce nada de lo que ocurre detrás de los telones. Como el misterio de los regalos que dejan los Reyes Magos aparecen y desaparecen los artistas en escena y ya está. Aquí el desorden fue incluso para eso.
Olía a desodorante, se permitía tan condescendientemente el acceso con la ópera iniciada, la acústica era mala…
Cito a Calixto Bieito: “En la versión de Sorozábal, del 64, Pepita se suicida, pero yo he optado por un final luminoso en que la vida y el erotismo finalmente vencen”. Entendiendo esto por erotismo no me extraña que la sociedad contemporánea viva en un sopor.

Pepita Jiménez, de Isaac Albéniz. Hasta el 25 de mayo de 2013.
Teatros del Canal.

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