Hoy
descubrí un lugar muy conveniente, por consejo de mi compañera Irene: Libros Libres
(C/ Covarrubias, 38). Literatura norteamericana de los años cuarenta, un ensayo
de pintura bajomedieval, narrativa caliente en la colección morada del Círculo
de Lectores y Sed de mal con el estuche extrafino. Un par de pelis más en un
quiosco y, al final, las recomendaciones
facebookeras del Señor Chinarro con el Unknown
pleasures a un precio más que
escueto en L´Fnac, para ponerle sonido a mi camiseta estrella.
Mándame alguna
pista tú, querido mío, que cuanto más iluminada es la pecera en la
que escaparateas los dos días al año en los que te procesiono, más esfuerzo me
cuesta perfilarte.
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