jueves, 30 de mayo de 2013

La carrera

 
Si alguna vez retomo la costumbre de comprarme la prensa, o en su defecto el edificante AD, y vuelvo a pasear camino a casa entre las verdes y añosas arboledas, cómo podré evitar tantos recuerdos de lo que pasó hoy. Este año inolvidable al pie de mis paredes, de conocer más a fondo la barriada, de reconciliación...
Fue día de carrera, para gozar del parque luminoso, benévolo, tranquilo, y todo el instituto en comunión.
Y aún hubo más cuando en una casa tipo, la mía misma pongamos por ejemplo, nos reunimos hasta diez habituales, los otros nueve directos responsables de que el IES Simancas tenga para mi en lo sucesivo esta estimación.
A los bombones y el té quedamos cinco, tan diferentes, pero el núcleo más íntimo de la conversación, y entre ver y escuchar reparé en que estos personajes, arrebatados en sus postulados, se han convertido a lo largo de estos meses en amigos.
En resumen, ante las pelusas que nos rodean en la intimidad caben varias reacciones: pasar la mopa y sacudirla de ventana hacia fuera, esto es, limpiar nuestro interior a base de volcar nuestra porquería al mundo. Al airearse quedan reducidas a algo inofensivo, defendía yo. Pero mis colegas, más cívicos, me decían que eso no se hace. Ya no recuerdo si por no tener derecho o simple cuestión de gusto. Luis proponía aspirarlas poco a poco y concentrarlo todo en una bolsa, que puedes vaciar cuando se llene. No me convence acumular lo indeseable, por el riesgo a explotar, nunca se sabe... Margarita es partidaria de enjugarlas de puertas para dentro. Yo ya no lloro tan abundantemente, pensé. Eso no va a servirme. A Jose Luis y Beatriz no les preocupaba mucho el tema de la suciedad, sólo decían que cuando alguien siente ansias de limpieza es por sentirse manchado moralmente.
¡Vale, venga, veo porno!, confesé. Y luego dejo todo inmaculado. Yo limpio para no ver porno, anunció Luis. Con Jose Luis no me quedó muy claro, creo que dijo que él practicaba porno. Bea no suele matarse a limpiar, en realidad siempre habla de todo lo que tiene que limpiar, que nunca limpia. Marga siempre se excusa en estos puntos y se marcha a otro cuarto con el móvil.
Cómo voy a echaros de menos, pensé. Quién va a enseñarme los misterios de la vida el próximo año.

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